8M: Día internacional de la mujer
JOSEFA DE ÓBIDOS
Nos trasladamos al siglo XVII, donde Josefa Ayala de Óbidos, española por nacimiento (Sevilla,1630) y portuguesa de corazón (vivió en Óbidos hasta su muerte en 1684), rompió todos los estereotipos de la mujer del momento.
Josefa de Óbidos, como es conocida, consiguió en una época en la que la mujer sólo se ocupaba del cuidado de la casa y los hijos o estaba destinada al convento, que su padre firmara un papel reconociéndole como mujer emancipada. De esta forma aseguró su independencia y la permitió cobrar por sus obras de pintura.
Ni ingenua ni con deseo de casarse, esta emancipación económica la permitió convertirse en una importante terrateniente, que además gustaba de tener buenos tejidos y joyas. En su testamento dejó claro que sus bienes fueran heredados por sus sobrinas y por las hijas de sus sobrinas, nunca por un hombre.

Su obra artística está llena de bodegones y arte religioso principalmente. Eran los tiempos de un incipiente Barroco. Josefa coincide con Santa Teresa de Jesús (Teresa de Ávila) en la reivindicación de la mujer. Y así predicó con el ejemplo a lo largo de su vida.
En Óbidos, un bonito ejemplo portugués de fortaleza medieval portuguesa coronada por un castillo moro, hoy parador nacional, se encuentra parte de la obra de la artista en su Museo Municipal.
ISABEL DE PORTUGAL (SANTA) O ISABEL DE ARAGÓN
Isabel de Portugal (Zaragoza, España 1271 – Estremoz, Portugal 1336) es hija del rey Pedro III de Aragón y de Constanza II de Sicilia, quienes llegaron a recibir los títulos de reyes de Aragón, reyes de Valencia y condes de Barcelona, ademas de llegaron a ser reyes de Sicilia.
Se conoce como Isabel de Portugal, por que desde muy joven vivió en Portugal por su matrimonio con el rey Dionisio I de Portugal, con el que tuvo dos hijos. Mujer muy devota dedico la mayor parte de su vida a ayudar a enfermos y necesitados, a pesar de estar en contra su esposo quien tenía poca moral católica.

Durante su vida, no dudó en presentarse en medio del campo de batalla ante las continuas disputas de su marido y su hijo, en un primer momento, y después entre su hijo y su nieto.
La leyenda cuenta el momento en que transformó el pan que daba a los pobres en rosas, ante la contrariedad de sus marido el rey Dionisio I de Portugal. Lo que la valió la declaración de Santa por la Iglesia Católica.
Tras enviudar, ingresó en el convento que ella misma había fundado de Santa Clara-a-Velha en Coimbra. Nunca llegó a tomar los votos de la orden, para seguir administrando su fortuna para obras de caridad.

Un ejemplo de mujer, española de nacimiento y portuguesa de corazón, que en pleno siglo XIII y XIV, luchó por seguir un estilo de vida acorde con sus ideas y creencias.